Lic. Jorge Sanda Coordinador del equipo de Consultorios Externos
Una agrupabilidad clínica
Los Talleres terapéuticos de los consultorios externos del Centro Claudina Thevenet vienen proponiendo año a año a los niños, niñas y jóvenes espacios compartidos que alojen la singularidad de cada padecimiento en el hacer de una tarea con otros. El espacio social institucional funciona de marco para un espacio decididamente clínico que intenta el abordaje de lo más subjetivo favoreciendo la entrada en la cultura sin los requerimientos temporales y conductuales a los que los niños, niñas y jóvenes estan cotidianamente expuestos.
Las dinámicas grupales son y han sido utilizadas y reproducidas desde hace ya mucho tiempo, la búsqueda siempre tiende a la producción y entonces encuentra en el grupo un mecanismo que consigue mayor eficacia para un logro común.
Lo grupal traería asi un “plus” que hace las veces de catalizador, de agente de mejoramiento de lo individual en el logro, el objetivo o producto que se busca.
Desde las cintas de montaje en las fábricas donde cada uno ocupa un lugar previo o posterior pero uno entre otros hasta los equipos de gestión o deportivos los lugares serán importantes y los objetivos serán comunes al grupo.
La posibilidad de pensar estos espacios en el marco de la salud mental implica desmontar algunas de las ideas que recorren al “equipo” o al grupo “de trabajo”. La principal idea que deberíamos poner ya en tensión es la idea de producto u objetivo común.
A quienes convocamos, niños con diversos diagnósticos, no les proponemos un objetivo común sino más bien un objetivo propio. Es claro que aquí no hablamos de la tarea en sí, es decir, no hablamos de armar una caja entre varios, sino de lo que cada uno va a hacer allí; por ejemplo a tolerar mejor la presencia del otro o a usar una tijera que corta o un hilo que une.
Nuestros talleres se encuentran a disposición del uso de los niños y no buscan un bien común como objetivo, no producen porque hay que producir algo como lo hacen los talleres protegidos o aquellos que buscan generar un producto para vender. Si bien esos talleres tambien se dan en el campo de la salud mental (cet, taller protegido, hospital de día, etc.) y logran un bienestar en el paciente por añadidura del estar con otros no serán esas dinámicas por las que nos interesaremos.
Nuestros talleres proponen entonces un encuentro donde cada uno hará el trabajo propio con los padecimientos que tiene. Es decir usara el taller para tolerar del mejor modo posible aquello que le sucede, puede ser la tolerancia a la voz de los otros, a los ruidos o a lograr poner en juego alguna palabra. Esta búsqueda es tan simple como fundamental en la vida de estos niños y niñas. No esperamos producto alguno, aunque en la dinámica propongamos trabajar sobre objetos o proyectos. Lo que buscamos es que cada uno logre el apaciguamiento propio.
¿Por qué esta búsqueda? Porque es única y fundacional del sujeto, ofrecemos un taller, un espacio que no se ofrece en ningún otro espacio de los que estos niños, los niños en general, recorren. La casa, la escuela, los tratamientos de modo más o menos velado exigen, demandan al niño una producción, la cultura pide a cambio para estar en ella.
Nosotros podemos hacer una propuesta donde la cultura haga la entrada sin el costo de la demanda que circula en los dispositivos que la sociedad dispone a los niños.
En definitiva nuestros talleres no ofrecen más que un espacio de silencio, ruido, objetos maleables, otras voces y tiempo para que cada uno haga aquello que le interesa hacer y que creemos, esta es la hipótesis fundamental, permitirá a cada uno un tipo de producción propio que es la producción del propio sujeto.
Algunas características de los talleres
Son inventos. No existen antes de ese grupo y sin quienes los coordinan.
Es una la oferta y no es una demanda. Si bien la oferta puede ser escrita y pensada por los adultos a cargo y no por los niños se sostiene en el tiempo y se espera del paciente que en algún momento haga uso del taller como pueda y a su tiempo para lograr algún tratamiento de lo que le sucede.
El tiempo es lógico y no cronológico, el taller debe ser un recurso más para tratar el malestar es un trabajo subjetivo en un espacio grupal.
Inevitablemente debemos saber que se pone a trabajar un esfuerzo por romper la defensa del ensimismamiento y la distancia. Este trabajo es complejo y debe respetarse sin ceder si se ha llegado a la hipótesis de que ese niño o niña está en condiciones de lograrlo.
Todos los talleres tienen una hipótesis y allí deben ubicarse las hipótesis y/o características del autismo y la psicosis. El taller nos permite llevar una tensión con el padecimiento de los niños (por ejemplo ceder a hablar o dirigirse a otros.)
El taller siempre funcionara como una máquina que provoca el advenimiento de lo simbólico.
El marco de la Practica Entre Varios
La práctica “entre varios” es un concepto que propone pensar la posición de quienes trabajamos con niños y niñas con diagnóstico. La propuesta incluye además la oferta del espacio vincular en que ese dispositivo de atención se llevara a cabo.
Entonces la práctica entre varios habla de la nuestra posición y de la oferta que hacemos.
Muy puntualmente refiere a una posición del terapeuta o partener del niño (se utiliza el concepto de “partener” dado que puede ser cualquiera, puede no ser terapeuta como los talleristas o quienes se ocupan de la recepción de la institución) que se sitúa sin demandas más que las propuesta que lo llevan allí, en este caso la propuesta del taller, pero no más allá de eso. No está a la expectativa del cumplimiento de las consignas sino solo de llevar y acercar una propuesta como oferta. Por otro lado esta práctica implica que haya otros, otros en nuestra misma posición ubicando una distribución de la transferencia, desdibujando la posición del terapeuta único referente del niño.
Esta idea apunta a que el niño logre estar con otros por fuera de la seguridad cerrada que brinda un solo terapeuta facilitando el vínculo con otros y permitiendo no sentirse, además, particularmente asediado por un el deseo o la mirada de su terapeuta.
Estas concepciones de este tipo de práctica institucional nos prestan algunas ideas para contextualizar nuestros talleres.
Retomamos con esto la posición de no expectativas de obtener un producto grupal ya que no hay expectativas especificas más allá de la oferta y nos permite pensar como coordinar un taller, es decir, como volvernos algo transparentes en esa coordinación para que el taller no dependa en absoluto de nuestra voz.
Sin dudas además esta clinica de la práctica entre varios nos deja en claro el trabajo con otros terapeutas y modos de intervención compartido que llevamos adelante en los consultorios produciendo alivio en cada terapeuta y efectos clínicos interesantes en los niños
Podemos concluir con esto que el taller se posiciona como un tratamiento en sí mismo, si no hay una búsqueda activa de un producto terminado sino más bien el bienestar del niño, el apaciguamiento de su padecer y en definitiva una entrada en la cultura (y en los dispositivos de la misma como la casa y la escuela) alojada y pensada para cada uno.
Es un tratamiento porque trata. Propone una elaboración subjetiva de cada uno de aquello que no logra en el ordenamiento del mundo en el que vive, cada niño acude al taller como a los consultorios con un “trabajo” hecho, esto
es un modo de ordenar el mundo, esta elaboración estará más o menos lograda.
Entonces nuestra misión tanto en el consultorio como en el taller es disponernos a complejizar esa elaboración, ese “trabajo” previo para llevar al mínimo posible el padecer que se presenta en cada caso y en relación a la distancia en que se encuentra el niño de un armado más logrado.
El Taller
Fundado en una hipótesis y luego de las entrevistas preliminares que “diagnostican” por donde iremos, avanzamos sobre una propuesta.
Esta propuesta pone en juego aquello que hemos “leído” de las entrevistas que llevamos con los niños y niñas. Esta hipótesis pondrá en juego alguna coordenada de la clinica del autismo o la psicosis y se llevara a cabo sobre la base de conocer el grupo con un contenido ameno para la mejor disposición posible de quienes estarán convocados.
La hipótesis de trabajo se escribirá y se sostendrá a lo largo de una planificación cuyo método de trabajo se definirá dependiendo de las necesidades del taller en cuestión. Esa hipótesis será a la que se volverá en cada caso de evaluación del taller y su continuidad.
Siempre estará en cuestión la utilidad del taller y su disolución o continuidad, será tiempo de evaluación en cada ocasión en que la planificación elegida lo indique.
El taller es un dispositivo, ¿qué es el dispositivo? Un mínimo de reglas. Solo es necesario un mínimo, es necesaria al menos una interdicción, un “No” mínimo que debe estar presente, y eso constituye el dispositivo. No se podrá cualquier cosa, habrá reglas claras que disponen un encuentro y cumplidas por todos, incluidos quienes son responsables del espacio.
Por otro lado llevada a cabo la hipótesis y el contenido o dinámica que se ha elegido se lleva adelante por cierto tiempo, con frecuencia igual y sostenida sin hacer decaer la propuesta por la disparidad que presente el entusiasmo de quienes convocamos.
Quienes llevan adelante el taller
Aquellos que estar ocupándose de llevar adelante el taller sabrán que se ocuparan de distribuir la atención, pluralizar su presencia en el terapeuta que los acompaña, saben que deben prestar atención a la voz y la mirada.
La distancia corporal, el gesto y la presencia o no de la voz para decir algo, la mirada para estar presente u ocultarse serán elementos que se podrán registrar para orientarse en los encuentros.
Sostendrán, como decíamos, la propuesta por determinado tiempo y conservaremos el espacio y el tiempo estipulado. Siempre igual, cada vez. Esta estructura importa al momento de evaluar los espacios e intervenciones como asi tambien forzar “dulcemente” cierto ceder en los integrantes del taller.
Creemos que con algo de nuestra presencia “pluralizada”, regulada por las mismas consignas y normas en juego, ayudamos a construir una trama, prestando un significado o velando aquello que ha quedado sin velar, a la vez que acompañando el despliegue de una construcción que invita a que algo acontezca, a la espera de aquellos movimientos a los que apostamos en nuestra hipótesis original.